Caballeros del Pilar

MEDITACIÓN OCTUBRE 2023

25/09/2023

Queridas Damas y Caballeros, en el mes de octubre, en la vela ante Nuestra Señora del Pilar, os invito a meditar en la virtud de la justicia.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza, por siempre sea bendita y alabada. Gracias, Señora del Pilar, por haber venido a Zaragoza, y dejarnos TU PILAR, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Señora del Pilar, te pedimos por el Papa Francisco, por nuestro Arzobispo Carlos, por la santidad de la Iglesia, y de la Diócesis de Zaragoza. Que defendamos la vida desde el primer momento de su concepción; reine la paz en Ucrania y en el mundo; danos trabajo digno para todos, y abundancia de vocaciones sacerdotales, religiosas, y de entrega a Dios en medio del mundo.

La virtud de la justicia se fundamenta en la dignidad de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios y destinada a una felicidad eterna.

En palabras del Catecismo de la Iglesia Católica, “la justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido.

La justicia para con Dios es llamada “la virtud de la religión”. Para con los hombres, la justicia dispone a respetar los derechos de cada uno, y a establecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común.

El hombre justo, evocado con frecuencia en las Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prójimo. “Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia juzgarás a tu prójimo” (Lv 19, 15). “Amos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y equitativo, teniendo presente que también vosotros tenéis un Amo en el cielo” (Col 4, 1).

Vivir la justicia con el prójimo es mucho más que no causarle daño. Para cumplirla, no basta con lamentarse ante situaciones injustas. Hemos de poner los medios para remediar esa situación: Oración y obras.

Cada uno hemos de plantearnos cómo vivimos la justicia en las circunstancias normales de nuestra vida: en la familia, en el trabajo profesional, en las relaciones sociales.

Vivir la justicia con quienes nos relacionamos lleva consigo respetar su derecho a la fama, a la intimidad, a una retribución económica suficiente.

Afirma el Documento Los católicos en la vida pública, de la Conferencia Episcopal Española: “Estas exigencias no han de limitarse únicamente al orden económico, como es, por ejemplo, la justicia en sueldos y honorarios; la vida y la moral cristianas tienen exigencias más amplias. El respeto a la vida, a la fidelidad, a la verdad, la responsabilidad y la buena preparación, la laboriosidad y la honestidad, el rechazo de todo fraude, el sentido social e incluso la generosidad deben inspirar siempre al cristiano en el ejercicio de sus actividades laborales y profesionales”.

También la calumnia, la maledicencia, y la murmuración constituyen una verdadera injusticia, pues comenta Santo Tomás de Aquino: “entre los bienes temporales la buena reputación parece ser el más valioso, y por su pérdida el hombre queda privado de hacer mucho bien”.

El Apóstol Santiago, hablando de la lengua, dice que es un mundo entero de maldad. Puede servir para alabar a Dios, para hablar con Él, para comunicarnos, o puede hacer mucho daño, si no hay un empeño decidido en no hablar nunca mal de nadie. Cuidemos la lengua.

A veces, se falta a la justicia a través de la palabra. Por eso, no nos dejemos llevar por rumores, por juicios precipitados de otras personas, o de algunos medios de comunicación. No expresemos juicios negativos sobre personas o instituciones.

Vivamos los deberes de justicia con aquellos que el Señor nos ha encomendado. No emitamos juicios sobre otros. Evitemos la difamación, la palabrería que propaga los defectos del prójimo. Seamos justos dando a cada uno cuanto le es debido, tanto en la retribución del trabajo, cuanto, en la reputación, respeto, consideración, y fama merecida.

Queridas Damas y Caballeros seamos gratos a Dios tratando con esmero de pensamiento, palabra y obra a nuestros hermanos por quienes Jesús ha dado su vida.

Vuestro Director Espiritual: Pedro José

 

Last modified: 25/09/2023

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