Caballeros del Pilar

Camarín de la Virgen

Camarín de la Virgen

La tradición nos habla de que en el año 40 de nuestra era, la Virgen María visitó nuestra ciudad, tal vez para animar a un desilusionado Santiago por los escasos frutos conseguidos en su infatigable trabajo de evangelización y le dejo como referencia y como guía la Santa Columna (columnan ducem habemus) que permanecería a través de los siglos protegiendo y amparando a cuantas personas viniesen a este lugar santo o se acercasen a él solicitando a Ntra. Sra. fuerzas para comportarse como auténticos seguidores de su Hijo.

Aunque fundada en 1928, la Asociación de Caballeros de Ntra. Sra. del Pilar tiene en Santiago Apóstol su primer y mejor Caballero y a él se debe junto a sus compañeros la construcción de un edículo, para proteger ese pilar entregado por María, la primera Santa Capilla, que permanecería hasta el año 1120.

A lo largo de los siglos y de las naturales transformaciones del templo, también la Santa Capilla ha tenido diferentes aspectos, en 1725 el Cabildo decide transformar la Santa Capilla encomendándoselo a Ventura Rodríguez.

En su diseño sitúa en el lado derecho el Camarín de la Virgen, es una de las tres partes en que divide la Santa Capilla, dando así una ingeniosa solución a la prerrogativa de no mover la columna de su lugar primitivo, acomodando el resto en los dos tercios del espacio restante, con dos magnificas obras (tal vez las mejores salidas de sus manos), Santiago con los siete convertidos a la izquierda y la venida de la Virgen en el centro, del gran artista José Ramírez de Arellano.

El punto de convergencia de los fieles que penetran en la Santa Capilla es la imagen de la Virgen del Pilar, colocada sobre la Santa columna, se halla dentro de un camarín de plata, con fondo de mármol verde, tachonado de estrellas cuajadas de joyas donadas por los devotos (en la actualidad son setenta y dos estrellas) (hay nueve más sin joyas encimas del dosel) el mármol procede de la isla griega de Tinos, debido a la curvatura que debía tener para adaptarse a la hornacina, el mármol tuvo que ser cortado en finas piezas que fueron reforzadas con fibra de vidrio y poliéster pudiéndose así conseguir un espesor inverosímil que permitió montarlas en el Camarín.

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