La Venida de la Virgen
BENDITA Y ALABADA SEA LA HORA EN QUE MARÍA SANTÍSIMA VINO EN CARNE MORTAL A ZARAGOZA
Los judíos tenían la costumbre de retirarse al anochecer de los sábados a la orilla de una corriente de agua con el fin de cantar algunos salmos como plegaria a Dios. Santiago, al comienzo de la noche, salía del recinto amurallado para rezar a la orilla del Ebro con sus discípulos. Una de las veces tuvo lugar un acontecimiento memorable: al tiempo que oraban en la noche del 1 al 2 de enero del año 40 -según contaban antiguas crónicas- una luminosidad misteriosa fue disipando la oscuridad nocturna de aquel sitio; en esto se hizo presente y visible la Virgen María.
Venía la Virgen de parte de su Hijo a traer un mensaje a Santiago. Era voluntad del Divino Maestro destinar aquel lugar para honra y gloria de su Madre. «Mira esta columna en que me asiento. Sabe que mi Hijo la ha enviado desde lo alto por manos de los ángeles. En este lugar la virtud del Altísimo obrará prodigios y milagros admirables por mi intercesión y reverencia a favor de aquellos que imploren mi auxilio en sus necesidades, y la columna permanecerá en este lugar hasta el fin del mundo, y nunca faltarán en esta ciudad fieles adoradores de Cristo»1. El Apóstol, radiante de gozo, manifestó su agradecimiento a la Madre de Jesús, a la que los ángeles devolvieron a Jerusalén.
Para entender la profundidad de este hecho histórico es necesario que se desvelen con claridad los ejes fundamentales. Se trata de una venida, no de una aparición, la única en la historia. De ahí el hecho tan trascendente, pues vino en carne mortal a Zaragoza, debe así diferenciarse de las apariciones, como han ocurrido en diversos sitios: Fátima, Lourdes, La Salette… La virgen María vive todavía en Palestina cuando tiene lugar su venida a Zaragoza, y es conocida bajo la advocación del Pilar.
El edículo de Santiago
El precioso don de la Virgen María no podía quedar a la intemperie en aquel lugar solitario donde se amontonaban la hojarasca y los desperdicios. Había que preservarlo de los fenómenos atmosféricos, de las riadas, de los depredadores. Para protegerlo y guardarlo edificaron el Apóstol y sus discípulos un edículo. Formaba una planta rectangular de dieciséis pies (4.40m) de largo por ocho pies (2.22m) de ancho, manteniéndose en pie hasta el año 1120.
1 Resumen: Cabildo del Pilar, Qualiter aedificata fuit Basilica, AP. Codice Moralia in Job