Caballeros del Pilar

MEDITACIÓN SEPTIEMBRE 2023

04/09/2023

Queridas Damas y Caballeros, en el mes de septiembre, en la vela ante Nuestra Señora del Pilar, os invito a meditar en la virtud de la prudencia.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza, por siempre sea bendita y alabada. Gracias, Señora del Pilar, por haber venido a Zaragoza, y dejarnos TU PILAR, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Señora del Pilar, te pedimos por el Papa Francisco, por nuestro Arzobispo Carlos, por la santidad de la Iglesia, y de la Diócesis de Zaragoza. Que defendamos la vida desde el primer momento de su concepción. Reine la paz en Ucrania y en el mundo; danos trabajo digno para todos, y abundancia de vocaciones sacerdotales, religiosas, y de entrega a Dios en medio del mundo.

En palabras del Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1806: “la prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. “El hombre cauto medita sus pasos” (Pr 14, 15). “Sed sensatos y sobrios para daros a la oración” (1 P 4, 7). La prudencia es la “regla recta de la acción”, escribe santo Tomás (Summa theologiae, 2-2, q. 47, a. 2, sed contra), siguiendo a Aristóteles.

La Prudencia no se confunde ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o la disimulación. Es llamada auriga virtutum: conduce las otras virtudes indicándoles regla y medida. Es la prudencia quien guía directamente el juicio de conciencia.

El hombre prudente decide y ordena su conducta según este juicio. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar”.

Según el Compendio de la doctrina social de la Iglesia, n. 547: “El fiel laico debe actuar según las exigencias dictadas por la prudencia: es ésta la virtud que dispone para discernir en cada circunstancia el verdadero bien y elegir los medios adecuados para llevarlo a cabo. Gracias a ella se aplican correctamente los principios morales a los casos particulares. La prudencia se articula en tres momentos: clarifica la situación y la valora; inspira la decisión y da impulso a la acción. El primer momento se caracteriza por la reflexión y la consulta para estudiar la cuestión, pidiendo el consejo necesario; el segundo momento es el momento valorativo del análisis y del juicio de la realidad a la luz del proyecto de Dios; el tercer momento, el de la decisión, se basa en las fases precedentes, que hacen posible el discernimiento entre las acciones que se deben llevar a cabo”.

Y en el n. 548: “La prudencia capacita para tomar decisiones coherentes, con realismo y sentido de responsabilidad respecto a las consecuencias de las propias acciones. La visión, muy difundida, que identifica la prudencia con la astucia, el cálculo utilitarista, la desconfianza, o incluso con la timidez y la indecisión, está muy lejos de la recta concepción de esta virtud, propia de la razón práctica, que ayuda a decidir con sensatez y valentía las acciones a realizar, convirtiéndose en medida de las demás virtudes. La prudencia ratifica el bien como deber y muestra el modo en el que la persona se determina a cumplirlo. Es, en definitiva, una virtud que exige el ejercicio maduro del pensamiento y de la responsabilidad, con un conocimiento objetivo de la situación y una recta voluntad que guía la decisión”.

En palabras del Libro de los Proverbios: “la prudencia vale más que las perlas, y cuanto hay de codiciable no puede comparársele” (8, 11). “El hombre prudente oculta su ciencia, el insensato proclama su necedad” (12, 23). “Fuente de vida es la prudencia para quien la tiene, y es castigo del necio la necedad” (16, 22). El corazón del sabio hace prudente su boca, y sobre sus labios crece la persuasión” (16, 23). “Con la sabiduría se edifica la casa y con la prudencia se afirma” (24, 3).

Jesús nos dice: “Os envío como ovejas en medio de los lobos; sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10, 16). El hombre prudente “edifica su casa sobre la roca” (Lc 6, 48). “Los hijos de este siglo son en sus negocios más prudentes que los hijos de la luz” (Lc 16, 8).  Vale la pena meditar la Parábola de las vírgenes prudentes y las vírgenes necias (Mt 25, 1-13).

Queridas Damas y Caballeros: Pidamos que todos los hombres, y mujeres, nos comportemos prudentemente, y que quienes ostentan el poder actúen con verdadera prudencia, buscando siempre el bien común.

Vuestro Director Espiritual: Pedro José

Last modified: 04/09/2023

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