Caballeros del Pilar

MEDITACIÓN JUNIO 2023

31/05/2023

Queridas Damas y Caballeros, en el mes de junio, en la vela ante Nuestra Señora del Pilar, os invito a meditar la homilía del Papa Francisco, en la Vigilia Pascual de 2023, en la que nos invita que vayamos a Galilea.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza, por siempre sea bendita y alabada. Gracias, Señora del Pilar, por haber venido a Zaragoza, y dejarnos TU PILAR, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Señora del Pilar, te pedimos por el Papa Francisco, por nuestro Arzobispo Carlos, por la santidad de la Iglesia, y de la Diócesis de Zaragoza. Que defendamos la vida desde el primer momento de su concepción. Reine la paz en Ucrania y en el mundo; danos trabajo digno para todos, y abundancia de vocaciones sacerdotales, religiosas, y de entrega a Dios en medio del mundo.

Las mujeres se ponen en camino hacia la tumba de Jesús. Avanzan con el corazón desgarrado de dolor por la muerte del Amado.  Viendo la tumba vacía, abandonan el sepulcro, y corren a anunciar a los discípulos que Jesús ha resucitado, y los espera en Galilea.

Las mujeresfueron a visitar el sepulcro” (Mt 28,1). Piensan que Jesús se encuentra en el lugar de la muerte, y que todo terminó para siempre. Comenta el Papa: “A veces también nosotros pensamos que la alegría del encuentro con Jesús pertenece al pasado, mientras que, en el presente, vemos sobre todo tumbas selladas: las de nuestras desilusiones, nuestras amarguras, nuestra desconfianza; las del “no hay nada más que hacer”, “las cosas no cambiarán nunca”, “mejor vivir al día”, porque “no hay certeza del mañana”. “Cuando hemos sido atenazados por el dolor, oprimidos por la tristeza, humillados por el pecado; cuando hemos sentido la amargura de algún fracaso, o el agobio por alguna preocupación, hemos experimentado el sabor acerbo del cansancio, y hemos visto apagarse la alegría en el corazón”.

“A veces, simplemente, hemos experimentado la fatiga de la cotidianidad, cansados de exponernos, en primera persona, frente a la indiferencia de un mundo, donde parece que siempre prevalecen las leyes del más astuto, y del más fuerte. Otras veces, nos hemos sentido impotentes, y desalentados, ante el poder del mal, ante los conflictos que dañan las relaciones, ante las lógicas del cálculo y de la indiferencia que parecen gobernar la sociedad, ante el cáncer de la corrupción, hay tanta, ante la propagación de la injusticia, ante los vientos gélidos de la guerra. E incluso, quizá nos hayamos encontrado, cara a cara, con la muerte, porque nos ha quitado la dulce presencia de nuestros seres queridos, o porque nos ha rozado en la enfermedad, o en las desgracias, y fácilmente quedamos atrapados por la desilusión, y se seca en nosotros la fuente de la esperanza. Por estas u otras situaciones —cada uno sabe cuáles son las propias—, nuestros caminos se detienen frente a las tumbas y permanecemos inmóviles llorando y lamentándonos, solos e impotentes, repitiéndonos nuestros “por qué”. Esa cadena de “por qué”.

Las mujeres en Pascua, no se quedaron paralizadas frente a una tumba, sino que —dice el Evangelio— “atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro, y corrieron a dar la noticia a los discípulos” (v. 8). Llevan la noticia, que cambiará para siempre la vida y la historia: ¡Cristo ha resucitado! (cf. v. 6). Al mismo tiempo, custodian, y transmiten, la recomendación del Señor, su invitación a los discípulos: que vayan a Galilea, porque allí lo verán” (cf. v. 7).

Ir a Galilea significa “salir del encierro del cenáculo para ir a la región habitada por las gentes (cf. Mt 4,15), salir de lo escondido, para abrirse a la misión, escapar del miedo para caminar hacia el futuro”. Por otra parte, “significa volver a los orígenes, porque en Galilea había comenzado todo. Allí el Señor encontró, y llamó por primera vez, a los discípulos. Por tanto, ir a Galilea significa volver a la gracia originaria; recuperar la memoria que regenera la esperanza, la “memoria del futuro”, con la que hemos sido marcados por el Resucitado”.

Queridas Damas y Caballeros, “la Pascua del Señor: nos impulsa a ir hacia adelante, a superar el sentimiento de derrota, a quitar la piedra de los sepulcros, en los que a menudo encerramos la esperanza, a mirar el futuro con confianza, porque Cristo resucitó, y cambió el rumbo de la historia”.

La Pascua del Señor nos lleva a nuestro pasado de gracia, nos hace volver a Galilea, allí donde comenzó nuestra historia de amor con Jesús, la primera llamada. Pascua nos invita a quitar las lápidas de la desilusión y la desconfianza. Seamos portadores de alegría y esperanza.

Vuestro Director Espiritual: Pedro José

Last modified: 31/05/2023

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