Queridas Damas y Caballeros, en el mes de agosto y septiembre de 2022, os invito a seguir meditando la homilía del Papa Francisco pronunciada en la Solemnidad de Pentecostés de 2022.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza, por siempre sea bendita y alabada. Gracias, Señora del Pilar, por haber venido a Zaragoza, y dejarnos TU PILAR, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Señora del Pilar, acorta este tiempo de prueba, que reine la paz en Ucrania y en el mundo; danos trabajo digno para todos y abundancia de vocaciones sacerdotales, religiosas y de entrega a Dios en medio del mundo.
Advierte el Santo Padre: “El Espíritu no sólo nos recuerda por dónde empezar, sino que también nos enseña qué caminos tomar. Nos recuerda cuál es el punto de partida, y ahora nos enseña qué camino tomar”. Nos dice san Pablo que “quienes se dejan conducir por el Espíritu de Dios (Rm 8,14) caminan “según el Espíritu y no según la carne” (v. 4).
Comenta el Papa: “El Espíritu, frente a las encrucijadas de la existencia, nos sugiere el mejor camino a recorrer. Por eso es importante saber discernir su voz de la del espíritu del mal. Las dos voces nos hablan, tenemos que aprender a discernir para saber dónde está la voz del Espíritu, para reconocerla y seguir su camino, seguir lo que Él nos está diciendo”.
Pone algunos ejemplos: “el Espíritu Santo nunca te dirá que en tu camino va todo bien. Nunca te lo dirá porque no es verdad. No, te corrige, te lleva también a llorar por los pecados, y te anima a cambiar, a combatir contra tus falsedades e hipocresías, aun cuando eso implique esfuerzo, lucha interior y sacrificio. El mal espíritu, en cambio, te empuja a hacer siempre lo que te guste y lo que quieras; te lleva a creer que tienes derecho a usar tu libertad como te parezca. Pero después, cuando te quedas vacío interiormente, —es fea esta experiencia de sentir el vacío dentro, ¡muchos de nosotros la hemos sentido! —, y cuando tú te quedas con el vacío dentro, te acusa. El espíritu malo te acusa, se convierte en el acusador, te tira por tierra y te destruye. El Espíritu Santo, que te corrige a lo largo del camino, nunca te deja tirado en el suelo, nunca, sino que siempre te toma de la mano, te consuela y te alienta”.
Nos alerta el Santo Padre: “Cuando veas que la amargura, el pesimismo y los pensamientos tristes se agitan dentro de ti, —¡cuántas veces nosotros hemos caído en esto! —, cuando suceden estas cosas es bueno saber que eso nunca viene del Espíritu Santo. Nunca las amarguras, el pesimismo, los pensamientos tristes vienen del Espíritu Santo. Vienen del mal, que se siente cómodo en la negatividad y usa a menudo esta estrategia: alimenta la impaciencia, el victimismo, hace sentir la necesidad de autocompadecernos. Qué malo es este autocompadecernos, con él viene la necesidad de reaccionar a los problemas criticando, y echando toda la culpa a los demás. Nos vuelve nerviosos, desconfiados y quejosos. La queja es el lenguaje del espíritu del mal, que nos lleva a lamentarnos, nos entristece y nos contagia de un espíritu de cortejo fúnebre. Las quejas”.
Por el contrario, el Espíritu Santo “nos invita a no perder nunca la confianza y a volver a empezar siempre. Nos anima diciendo: levántate, levántate. Siempre nos da la mano y nos levanta… Haciendo que tomemos la iniciativa, sin esperar que sea otro el que comience”.
Seamos sembradores de esperanza. Llevemos alegría y esperanza a los demás, nunca quejas ni envidias. “La envidia es la puerta por la que entra el espíritu del mal, lo dice la Biblia, por la envidia entró el diablo en el mundo. Nunca envidiar, nunca. El Espíritu Santo te conduce bien, te lleva a alegrarte del éxito de los demás: “Qué bueno que esto salió bien”.
Afirma el Papa Francisco que el Espíritu Santo es “concreto”, “no es idealista”; “quiere que nos concentremos en el aquí y ahora, porque el sitio donde estamos y el tiempo en que vivimos son los lugares de la gracia. El lugar de la gracia es el lugar concreto hoy, en el aquí y el ahora”.
El Espíritu Santo “te lleva siempre a lo concreto”. Por el contrario, el espíritu del mal “quiere distraernos del aquí y del ahora”, “y llevarnos a otra parte”. Nos ancla “en los remordimientos, en las nostalgias”, “alimentando temores, miedos, ilusiones y falsas esperanzas”.
El Espíritu Santo “nos lleva a amar el aquí y el ahora”, “en la transparencia y la sencillez”.
Queridas Damas y Caballeros, entremos en la Escuela del Espíritu Santo.
Vuestro Director Espiritual: Pedro-José.
Last modified: 28/07/2022