Caballeros del Pilar

MEDITACIÓN JULIO 2022

24/06/2022

 

Queridas Damas y Caballeros, en el mes de julio de 2022, os animo a meditar la homilía del Papa Francisco en la Solemnidad de Pentecostés de 2022.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza, por siempre sea bendita y alabada. Gracias, Señora del Pilar, por haber venido a Zaragoza, y dejarnos TU PILAR, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Señora del Pilar, acorta este tiempo de prueba, que reine la paz en Ucrania y en el mundo; danos trabajo digno para todos y abundancia de vocaciones sacerdotales, religiosas y de entrega a Dios en medio del mundo.

Jesús dice a sus discípulos: “El Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn 14,26). Comenta el Papa: “Nos impacta ese “todo”, y nos preguntamos, ¿en qué sentido el Espíritu da esta comprensión nueva y plena a quienes lo reciben? No es una cuestión de cantidad, ni una cuestión académica, Dios no quiere convertirnos en enciclopedias o en eruditos. No. Es una cuestión de calidad, de perspectiva, de olfato. El Espíritu nos hace ver todo de un modo nuevo, según la mirada de Jesús. Yo lo diría de esta manera: en el gran viaje de la vida, Él nos enseña por dónde empezar, qué caminos tomar y cómo caminar”.

Por dónde empezar”. El Espíritu “nos indica el punto de partida de la vida espiritual”. Jesús nos dice: “Si me amáis, cumpliréis mis mandamientos” (v. 15). “Si me amáis, cumpliréis”. Comenta el Santo Padre: esta es la lógica del Espíritu. Nosotros a menudo pensamos al revés: si cumplimos, amamos. Estamos acostumbrados a pensar que el amor proceda esencialmente de nuestro cumplimiento, de nuestro talento, de nuestra religiosidad. En cambio, el Espíritu nos recuerda que, sin el amor en el centro, todo lo demás es vano. Y que este amor no nace tanto de nuestras capacidades, este amor es un don suyo”.

Él nos enseña a amar. Tenemos que pedir este don. “El Espíritu de amor nos infunde el amor, Él es quien nos hace sentir amados y nos enseña a amar”. Él es el “motor” de nuestra vida espiritual. Si no comenzamos por el Espíritu, con el Espíritu o por medio del Espíritu, no podemos recorrer el camino.

El Espíritu Santo “es la memoria de Dios”, “Aquel que nos recuerda todas las palabras de Jesús” (cf. v. 26). Es una “memoria activa, que enciende y reaviva el amor de Dios en nuestro corazón”.

“Hemos experimentado su presencia en el perdón de los pecados, cuando nos hemos sentido llenos de su paz, de su libertad y de su consolación”. Es esencial, dice el Papa, “alimentar esta memoria espiritual”.

Muchas veces recordamos “lo que va mal”, “los fracasos y las deficiencias”.  “Ves, otra caída, otra desilusión, nunca lo conseguirás, no eres capaz”. Explica el Papa: “Esto es un estribillo malo y peligroso. El Espíritu Santo, en cambio, nos recuerda todo lo contrario: “¿Has caído? Pero, eres hijo. ¿Has caído? Eres hija de Dios, eres una criatura única, elegida, preciosa. ¿Has caído? Pero eres siempre amado y amada; aunque hayas perdido la confianza en ti mismo, Dios confía en ti”. Esta es la memoria del Espíritu, lo que el Espíritu nos recuerda continuamente: “Dios se acuerda de ti. Tú puedes perder la memoria de Dios, pero Dios no se olvida de ti, se acuerda di ti continuamente”.

En medio de nuestros problemas, heridas y preocupaciones “el Espíritu pide poder entrar”. Él es “el Consolador”, “Espíritu de sanación”, “Espíritu de resurrección”, “y puede transformar esas heridas que te queman por dentro”. “Él nos enseña a no suprimir los recuerdos de las personas y de las situaciones que nos han hecho mal… sino a dejarlos habitar por su presencia. Así hizo con los Apóstoles y con sus defectos. Habían abandonado a Jesús antes de la Pasión, Pedro lo había negado, Pablo había perseguido a los cristianos. ¡Cuántos errores, cuántos sentimientos de culpa!” “Por sí mismos no podían encontrar una salida. Solos no; con el Consolador sí”.

El Espíritu sana los recuerdos dando importancia a lo que cuenta: “El recuerdo del amor de Dios y su mirada sobre nosotros”.

El Espíritu Santo nos enseña a acogernos, a perdonar, a perdonarnos a nosotros mismos. El Espíritu nos enseña a reconciliarnos con el pasado, a volver a empezar. Frecuenta el trato con el Espíritu Santo.

Vuestro Director Espiritual: Pedro-José.

Last modified: 24/06/2022

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