Caballeros del Pilar

MEDITACIÓN FEBRERO 2022

26/01/2022

Queridas Damas  y Caballeros, en el mes de febrero de 2022, meditamos el Discurso del Papa Francisco en la apertura del proceso sinodal sobre la sinodalidad.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Bendita  y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza, por siempre sea bendita y alabada. Gracias, Señora del Pilar, por haber venido a Zaragoza, y dejarnos TU PILAR, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Señora del Pilar, acorta este tiempo de prueba, que reine la paz en el mundo; danos trabajo digno para todos y abundancia de vocaciones sacerdotales, religiosas y de entrega a Dios en medio del mundo.

El Santo Padre está seguro “de que el Espíritu nos guiará y nos dará la gracia para seguir adelante juntos, para escucharnos recíprocamente y para comenzar un discernimiento de nuestro tiempo, siendo solidarios con las fatigas y los deseos de la humanidad”. Pidamos insistentemente: Ven Espíritu Santo. Insiste el Papa: “el Sínodo no es un Parlamento, no es un sondeo sobre opiniones, el Sínodo es un momento eclesial, y el protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo. Si no está el Espíritu, no habrá Sínodo”.

Queridas Damas y Caballeros: Pongamos al Espíritu Santo en el centro, porque, como dice el Papa, “Si no está el Espíritu, no habrá Sínodo

Nos pide que vivamos este Sínodo “en el espíritu de la oración que Jesús elevó al Padre con vehemencia por los suyos: “Que todos sean uno” (Jn 17,21). Estamos llamados a la unidad, a la comunión, a la fraternidad que nace de sentirnos abrazados por el amor divino, que es único”.

Todos, sin distinciones, como escribía san Cipriano: “Debemos mantener y defender firmemente esta unidad, sobre todo los obispos, que somos los que presidimos en la Iglesia, a fin de probar que el mismo episcopado es también uno e indiviso”. Por eso, dice Su Santidad, “caminamos juntos en el único Pueblo de Dios, para hacer experiencia de una Iglesia que recibe y vive el don de la unidad, y que se abre a la voz del Espíritu”. Habla el Papa de las tres palabras clave del Sínodo: “comunión, participación y misión. Comunión y misión son expresiones teológicas que designan el misterio de la Iglesia, y es bueno que hagamos memoria de ellas”.

El Concilio Vaticano, en Lumen Gentium, 5, precisa  que la comunión expresa la naturaleza misma de la Iglesia y, al mismo tiempo, afirma que la Iglesia ha recibido “la misión de anunciar el reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese reino”.

La Iglesia,  “por medio de esas dos palabras, contempla e imita la vida de la Santísima Trinidad, misterio de comunión ad intra y fuente de misión ad extra… san Pablo VI quiso condensar precisamente en estas dos palabras —comunión y misión— “las líneas maestras, enunciadas por el Concilio”. Clausurando el Sínodo de 1985, san Juan Pablo II quiso reafirmar que “la naturaleza de la Iglesia es la koinonia; de ella surge la misión de ser signo de la íntima unión de la familia humana con Dios”. Y añadía: “Es sumamente conveniente que en la Iglesia se celebren Sínodos ordinarios y, llegado el caso, también extraordinarios”.

Para que sean fructíferos, tienen que estar bien preparados; “es preciso que en las Iglesias locales se trabaje en su preparación con la participación de todos”. Esta es la tercera palabra, participación. Si no se cultiva una praxis eclesial que exprese la sinodalidad de manera concreta a cada paso del camino y del obrar, promoviendo la implicación real de todos y cada uno, la comunión y la misión corren el peligro de quedarse como términos un poco abstractos.

Queridas Damas y Caballeros, rezamos con la Oración del Sínodo:  Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre. Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta. Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras. No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos. Concédenos el don del discernimiento,  para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por prejuicios y falsas consideraciones. Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia, sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos por alcanzar la vida eterna. Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén.

Vuestro Director Espiritual: Pedro-José.

Last modified: 26/01/2022

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